martes, 9 de noviembre de 2010

Con agua y cigarro


Tomo un cigarro que sobró de la noche anterior. Abro la ventana, apago las luces y me sumerjo en la noche, con la lluvia limpiando la ciudad y el viento acariciando su cuerpo.

Camino sin paraguas, me mojo sin problemas. Miro hacia arriba, veo nubes ¡No! Veo gotas caer del cielo que se ven claras con las luciérnagas de la ciudad. Son pequeñas, caen sin cesar, emprenden su vida en el cielo y luego se entregan al suelo. Se juntan, se separan, mojan… limpian.

Hace frío, pero incluso me es más claro que el calor. No escucho autos, no escucho a las personas, escucho a la lluvia. ¿Es la misma lluvia cada vez que llega? No lo sé. Ahora se hace una compañera agradable. No pongo música, no pienso en otras cosas. Escucho con atención, pero con la mente quieta.

La selva de asfalto se tranquiliza, se abriga. Las luces se apagan una tras otra, el agua sigue cayendo. Me quiero limpiar. Esa mezcla de viento y lluvia, son una pócima de la naturaleza que sirve. Sirve para mi cuerpo y también para mi interior.

El cigarro se consumió sin darme cuenta. Sigue nublada la ciudad, continua el agua cayendo pero ya no es lo mismo. ¡Estoy acompañado! la lluvia está conmigo o yo estoy con la lluvia. No me siento mojado ni tampoco con frío, me siento distinto… me siento mejor.


BeNjO
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