Los cambios de una generación a otra, son abismantes y a la vez desconcertantes. Hace 40 años atrás, las relaciones de familia eran distintas, eran más unidad, una prioridad para cada persona, pero hoy en día, están mas segmentadas, divididas y distanciadas. Lo mismo pasa con las relaciones entre genero que es lo que a continuación desarrollaremos en mayor profundidad. Dada nuestras entrevistas hubieron varios puntos que resaltaron sobre la relación entre genero, en especial la posición de las mujeres en la sociedad y en como eso se refleja en forma mas concreta, en la sexualidad. Las mujeres hace 40 años atrás, tenían un rol definido, que era estar en la casa, como dueñas de hogar, criando a los niños y siendo las compañeras del esposo proveedor del hogar, en otras palabras, la independencia y realización dentro de la pareja, iba mas encaminado en el hombre que en la mujer, eso debido sobre todo al machismo. Tema tocado en nuestros entrevistados, en donde la molestia hacia el machismo se era evidente en esa época y hoy en día se hace mas notorio dado los movimientos feministas en donde “han llevado a reconocer las múltiples formas de subordinación sexual femenina, desde la violencia masculina endémica y la misoginia hasta el acoso sexual y un lenguaje penetrante de denigración y abuso sexual” (Weeks, 1998). Es decir, las mujeres se han unido y han logrado que salga a la luz publica las injusticias en contra de ellas y sobre todo, han logrado luchar por sus derechos, en por un lado se esta haciendo una campaña en chile en contra del femicidio y tenemos por otro lado, una presidenta mujer. En donde es el ejemplo más notorio del aumento de la participación femenina en la sociedad, en donde antes su máxima aspiración era ser madres y dueñas de casa, ahora no, desean desenvolverse, ser exitosas y realizar sus objetivos de vida. Hace 40 años atrás, se venían gestando participación femenina en cuestiones sociales, solo que hoy se han consolidado aun mas y han incentivado a mas mujeres a participar. Cabe recalcar que las mujeres tienen una unión por así decirlo innata, y eso se manifiesta cuando se da a conocer por los med
ios de prensa injusticias en contra de ellas, en donde de manera a veces envidiable coinciden en sus posturas respecto a ciertas situaciones y no necesitan discutir para llegar a acuerdos, en este punto nos seria útil hacer lo mismo entre los hombres, los cuales creemos estar bien en la sociedad, pero ni nosotros mismos nos entendemos. Pero dado que las mujeres se entienden, esto debe ser por que viven ciertas cosas similares, y es en este punto donde viven una tensión tanto en el hogar como en el trabajo, en el hogar porque “en ellas no se espera que la mujer atienda al marido o cuide sola a los hijos, sino que se convierta en el pilar de sus proyectos de individualización” (PNUD, 2002). Y en el trabajo porque tiene que constantemente estar probando que son idóneas para el puesto que están ocupando, y ello provoca una presión extra sobre ellas. Por lo tanto, tal como dijo una de nuestras entrevistadas, la explotación de hace 40 años y ahora es la misma, solo que se ha vestido de mayor libertad individual. Pero esta emancipación de la mujer, estos cambios en ella en lo que quiere y en lo que hace, inevitablemente produce un cambio en la relación entre hombre y mujer, en donde por ejemplo, los movimientos feministas aparte de dar a conocer los abusos cometidos contra ellas, también critican la imagen social del hombre dominante en la parte sexual, por lo que quieren derechos sobre su cuerpo, y quieren también placer sexual, no que solo el hombre lo disfrute, sino que se preocupe de que ella también lo gocé. Comienzan las demandas entonces de las mujeres para los hombres y estos o se adaptan o están perdidos. El hombre comienza a tener labores domesticas, se comparten las tareas y la responsabilidad es de ambos, se podría decir que se vive entre las parejas actuales un “amor confluente” el cual consiste en que dos personas comparten su vida con un otro por intereses individuales, donde una satisfactoria vida sexual, es primordial. Las relaciones de pareja en definitiva han cambiado, antes eran mas tradicionales y con mayor participación familiar, ahora no importa con cuantas personas uno este, tiene la libertad para hacerlo y no se necesita casarse para poder convivir con alguien, la castidad hasta el matrimonio de ser sagrado, ahora es un imposible de ver.
Pero de todo lo que se ha dicho, ¿Qué sucedería con las mujeres al momento de jubilarse? Ante esta pregunta una de nuestras entrevistadas, en aquella situación, se sentía excluida de la sociedad, dada la incapacidad de realizar actividades. Aun en el ámbito laboral no existe una equidad con los hombres, menos entonces habrán derechos equitativos para las jubilaciones.

Las necesidades de las mujeres están claras, pero ¿Por qué tanto tiempo para realizar los cambios? En este sentido ellas tienen razón al decir que el machismo de antaño, aun persiste en gran parte de los hombres y asumir de la eficiencia de las mujeres es un proceso largo y tedioso sobre el ego y la imagen social de cada uno. La idea no seria llegar a un feminismo reinante, para cambiar al machismo, pero una correcta equidad en todo ámbito de la vida, hogar, trabajo, hijos, etc. Hará que las mujeres se sientan mejor comprendidas y miradas de igual a igual. Pongámonos en el lugar de ellas, que pensaríamos si a nuestras madres las violaran, abusaran y menospreciaran, por el simple hecho de ser mujeres, ¿Actuaríamos igual ante una situación similar? La respuesta es clara, pero entonces, ¿Que problema hay con aplicarlo? Eso dependerá de cada país del mundo, los últimos 50 años, las mujeres han participado en occidente de manera sorprendente, en Chile también, pero queda mucho por hacer y nunca hay que olvidar que “No existen los géneros por separado, sino sistemas históricos de relaciones entre ellos que se construyen y modifican en sociedad” (PNUD, 2002).
BeNjO